Palabras y silencios
Lo que importa no es el verso que escribo
si no la huella de palabras ajenas
que con é1 voy borrando dentro de mí
Los múltiples monó1ogos de la obsesión
tienen la consistencia de los sueños
se esfuman, se desarman
en la verdad del diálogo
Rasgar con el poema las palabras
de falsa transparencia
Velos para el misterio milenarios
Viajar hacia la luz
a través de la selva de mitos ancestrales
buscando los vestigios
de la doxa perdida
bajo capas añejas
de voces sin sentido
Urdimbre de palabras
este fino tejido que dibuja
los límites facticios de la vida
En la prisión segura
de los nombres
se congela lo móvil
y se muere lo eterno
Solo el poema
abre una nueva brecha
hacia lo abierto
La paloma ciega del sentido
Tender las redes de las palabras
en las cuerdas del verso
Disponer con paciencia armazones vacías
por si acaso, algún día
se estrella contra ellas
esa paloma ciega del sentido
Logos
Cansados caminantes
peregrinos escépticos
Nosotros
los de la nueva era de la palabra
arbitraria, cambiante y todopoderosa
libramos las batallas de los nombres
Minamos armazones metafísicas
y teo-lógicas
y Lo buscamos
En la luz interior y en el silencio
En el asombro diario de los dones
y en el amor que abraza
todo el dolor ajeno
Antes de la Palabra
Hermético, elusivo
el lenguaje virtual de la memoria
espera construirse en la palabra
Lo inútil
Inútilmente el viento elabora sus ritos
acompasados
en el follaje verde
e inventa sus montajes de mil actores
si están ciegos los ojos
Inútilmente el río
modula en su corriente un lenguaje secreto
si está sordo el oído
Inútilmente se fractura el sentido
en la red de los textos
si no se salta el cerco de las palabras
hacia el misterio arcano de lo otro
Diálogos con el Otro
Encuentro
Recuérdame
cómo nos encontramos en el frío
ya sin voz ni mirada
cuando cantaba un pájaro perdido
en la rama más alta del invierno
Recuérdame
cómo ordenaste el caos, los colores quebrados
Restauraste la imagen dividida
Relajaste el espasmo del sollozo
No dejes que yo olvide
cómo me diste el alba y floreciste
mimosas amarillas en los tallos dormidos
Recuérdame
lo fino de Tu tacto de brisa tibia
La fiesta de gardenias y magnolias
en la convalecencia
No me dejes volver a la agonía
Ni perder este gozo
esta indolencia
este calor del pleno mediodía
El Tú viene a mí a través de la gracia; no es
buscándolo como lo encuentro. Pero el dirigirle
la palabra primordial es un acto de mi ser; es, enverdad el acto de mi ser Martin Buber, Yo y Tú
Abismo
Gracias te sean dadas por Tu ausencia
y Tu oscuro silencio
por mi pensar vacío
Gracias por el abismo de la nada
donde habitas, me acoges, me sostienes
Por el punto de luz
que a veces me concedes
Nada ni nadie podría ser mi Tú
como Tú eres
en el diálogo vivo en que me creas
con tu voz de silencio
Ausencia que se encarna a cada instante
acudes a mi ruego y te descubro
en la espiga, en la brisa y en el trino
Aguamar
Opacidad del cuerpo
en el ligero sendero de la luz
Se perfila la sombra de Su ausencia
en la quietud del agua
Si es interna la estrella
Si se acalla la voz y se destruye
lo vano, lo infecundo, lo ilusorio
la eternidad de engaño de los nombres
Si hay un silencio abierto al tañer de lo extraño
y un incendio consume en las entrañas
los ídolos, la historia, los recuerdos
Aparece la luz en el abismo
Tras-parece tras-lúcida y estática
como el molusco informe
dejado por las olas en la playa
que se tragó la luz
Esplendor de su estrella contenida
tras-figurada en aguamar tranquila
Trino
Soy un pájaro mudo en Tu espacio sin fin
Mi oscuridad se llena de Tu brillo al tacto de Tu luz
Nace de mis entrañas ese silbido agudo y solitario
ese trino perdido, esa oración cifrada
que irrumpe sin escucha en el silencio
Persona
Oscuro en el azogue de múltiples espejos
Preso tras de las máscaras talladas en palabras
se perfila mi rostro
Se perfila Tu rostro
palimpsesto sagrado
Somos uno Tú y yo
Nos hemos encontrado en el misterio
del no saber
Nos hemos encontrado en el abismo
y en los rostros ajenos
Nos hemos entregado
en gozo y agonía
en cuerpo y sangre
en descentrado amor
La máquina mítica
Yo, Señor, tengo en vez de alma
una máquina mítica productora de sueños
La alimento con briznas de realidad
con harapos de vida
Con trozos evocados de paisajes perdidos
y ficciones de amor
Con cuartetos, sonatas y sonetos
y hasta con sueños viejos reciclados
Yo, Señor, tengo en vez de alma
una máquina mítica productora de sueños
que procesa las penas y refina los goces
y que de vez en cuando
me produce un poema
Tu reino
¿Quién vive en é1 y dónde está Tu reino?
¿Es la quietud del ojo transparente
que mira y se deja mirar?
¿Es la razón que indaga
y el juego de las reglas y las fórmulas?
¿Dónde está Tu palabra?
¿En la locura que violenta los límites
o en el delirio del iluminado?
¿En la voz mediadora que se apropia
de la indecible pluralidad de tus sentidos
secretos y escondidos?
¿Es acaso el silencio y el vacío?
¿Las notas armoniosas que se fugan
sin alusión distinta de su forma?
¿Quién vive en é1 y dónde está Tu reino?
Caminos
Manhattan
Frágil es el azul
Frágil la torre
se quiebra en las vidrieras paralelas
Las aristas precisas
devienen arabescos zigzagueantes
Al frente
verticales, rectilíneos
espejos que contienen lo vivido
La muerte se refleja en las ventanas
y en el futuro
como lo dijo Bárbara, en Guambía
está clara la ruta del pasado
La guerra en primavera
Desde el puente tendido
sobre el milenio
el Támesis chispea detrás de las ventanas
e inunda su agualuz
Entre los vidrios líquidos, fábricas y oficinas, talleres que navegan
El aire es transparente
Estalla la blancura en los almendros
y Londres está azul
A esta misma hora, en la Mesopotamia
revientan las granadas y las bombas
Germinan las semillas de la muerte
Torre y máscara
Es torre de vacíos
estructura de sombras
azogue de la noche y oquedad
oscuro laberinto sin salida
ausencia de palabras
soledad
La convoca la brisa de la aurora
en la hora naciente del rumor
Y en el incendio diario vespertino
es casa enamorada
de la luz
Cuba
Isla de visionarios y de náufragos
Florecen los poemas en labios sin aliento
Ingenieros sin máquinas, capitanes sin brújula
leyendo las estrellas
en viejos astrolabios
Un trágico almirante navega sin destino
hacia el oscuro ponto
Zozobra en alta mar
Pan y amor clandestinos
Un juglar en el atrio
dice mitos antiguos
sincrética amalgama
de Cristo y de Obatala
A un niño triste, principito famélico
le dibujo un cordero medroso y tierno
envuelto en la serpiente
dorada del crepúsculo
Monserrate
Con sus manos umbrosas
el cerro
oscuro sacerdote
revestido de abetos verdinegros
alza
contra el lila del cielo
la hostia amarillenta de la luna
“La luz circulante”, escultura de Kuma
Claustro de San Francisco. Bienal de Venecia, julio de 2003
...órdenes más complejos son posibles y tienen que expresarse en términos de divisiones más sutiles y categorías de pensamiento que son significantes de formas de movimiento más sutil
David Bohm, Wholeness and the Implicate order
La luz y el tiempo recurrentes
Arriba
los puntales de vidrio para amarrar la luz
del cielo de Venecia
El reflejo circula al paso de las horas
en el patio del claustro
Abajo entre la sombra, tumbas de mármol liso
Holladas por los siglos
las frases en latín
En el recinto interno de la meditación
piso las lozas frías
Marcho sobre los pasos de monjes franciscanos del quattrocento
y aprisiono el silencio
El tiempo circulante hace una nueva ronda
Bajo las piedras frías
hay cenizas de luz y fuegos apagados
Ascenso
Ascenso solitario
por dentro de la cúpula del día
sobre abismos de vértigo
Atrás quedó el consuelo
de voces conocidas
Antes de conocer nuevos sonidos
Antes de vislumbrar el ápice de luz
Antes de respirar
el aire fino de lo abierto
Experiencia poética y experiencia mística… estados privilegiados de la conciencia, en los que esta accede a una percepción sobre normal
José Ángel Valente, La piedra y el centro
La luz es el primer animal visible de lo invisible
Lezama Lima
En el Círculo Ártico
Aparece en el día
Irrumpe entre la niebla
el cuerpo insospechado de misterio
contenido y expuesto
en ráfagas de luz
Recuerdo el estupor de su presencia
en el profundo fiordo
Imposible escapar de la obsesiva búsqueda
de su blancura
y aprisionar su imagen
Fijarle los grilletes del poema
Osa polar
hierática montaña
Permanece en silencio echada sobre el mar
Como una zorra blanca
como reno cautivo
al pie del ventanal
Las noches blancas de San Petersburgo
Allí donde las noches del verano son días disfrazados
alba constante
Un casi anochecer que se levanta
en día persistente y sin ocaso
El cielo de un azul incansable
y el nombre de la noche
es un vocablo ausente de sentido
vacío de oscuridad
Se funde en la vigilia
el espacio anulado de los opuestos
en el gran ojo abierto
desprovisto de párpados
Es un medio dormir en la aurora naciente
sin noche compasiva, sin refugio de sombra
Un silencio de luz
abate las fronteras de la muerte
El tiempo del pasaje
A Jean Bucher
Itaca permitió el asombroso viaje
Sin ella no lo habrías emprendido
Ya no le queda nada para darte
C.P. Cavafy
Ítaca
Ulises, Odiseo, hasta la orilla del amor llegaste
llegamos confundidos
A tu lado yo anduve en múltiples periplos
en espera paciente
Contigo en el tumulto y esperándote
Contigo en fragorosa travesía
en idílicos campos
en eglógicos huertos
Contigo y esperándote en el mismo navío
Por poco las sirenas y los cantos
Bogabas alelado en música constante
en tus lejanos viajes
sobre ondulante lomo
de melodías sin fin
Contigo los naufragios y esperándote
Perdido mi tejido
en mi propia carrera hacia el abismo
tú también esperabas mi regreso
Ulises, Odiseo
feliz y transitorio ese puerto de luz
donde los dos llegamos
Era imposible anclar en tanta gracia
La evasión
Vámonos ya los dos al paraíso con el hondo secreto compartido
Tal vez para el camino
el brillo de las hojas del crepúsculo
y el oscuro perfil de la montaña
sobre el lila del alba
Emprendamos el viaje de la mano
llevados por el ángel de Tobías
sin mayor equipaje:
La luz en la mirada de los hijos
y algo de la ternura y el asombro
que les hemos legado
Vámonos hasta el pico, hasta la cumbre
Dejemos flores, árboles y río
y este olor penetrante de heliotropos
Como magos que siguen una estrella
sigamos la cañada hacia la altura
como las aves blancas de la aurora en su tranquilo ascenso
despojados
Vámonos ya los dos al paraíso
Ambos sabían que ya habían ido demasiado lejos
y todavía sentían el peligro de entregarse totalmente
Clarice Lispector, Aprendizaje o El libro de los placeres
Definitiva entrega
Los dos en el umbral de lo indecible
ante el adiós eterno
En agonía
Rendidos para siempre el uno al otro
en el íntimo instante
de la póstuma entrega
En espera anhelante
del inminente clímax de la muerte
Yelmo de luz
Deja que un ángel vele mientras duermes
tu cuerpo magro, largo y desgonzado
Nos duele tu abandono
tu certeza de caer en la lid
Nos duele tu mirada ya perdida
caballero desnudo
Inerme estás, sereno, sin escudo
para enfrentar la muerte
Solo llevas el yelmo de tu luz
... were we led all that way for
Birth or Death: There was Birth certainly.
We had evidence and no doubt.
I had seen birth and death.
But had thought they were different;
this birth was Hard and bitter agony for us, like Death, our death.
T.S. Eliot, Journey of the Magi
El viaje de los magos
De todo lo que hablamos
en los otoños agobiantes de color
en veranos eternos
Por parques y cafés, en trenes y aeropuertos
De todo lo que hablamos
y yo recuerdo cómo era de inquietante
cómo quedábamos sin asidero
Vacíos de tiempo. Indagando angustiados
si éramos una voz abandonada
si éramos solo el eco del verbo de otros siglos
De todo lo que hablamos..
En las calles heladas del invierno
Por las penosas huellas del viaje de los magos
buscando un nacimiento
Sin que nos detuviera la fiebre
ni el estremecimiento del frío
ni el rechazo del miedo
ni la sospecha de nuestras intenciones
en país extranjero
Despojándonos de nuestras biografías
de los viejos tatuajes de mitos ancestrales
y del cristal opaco de las palabras
que habíamos heredado
Reconstruyendo imágenes que nos hicieran nuevos a ti y a mí
a través de tu voz y de la mía
para poder nombrar
la pureza esencial, el asombro de ser
de poder devenir el uno con el otro
Viviendo en el instante
Arrancando con lágrimas
las máscaras que sin saber llevábamos pegadas a la piel
Rompiendo las figuras de ti y de mí que habíamos fabricado
Asechando en los gestos hasta las vibraciones de los párpados
De todos los silencios que padecimos para acercarnos
De todos los asombros
En medio de las mimosas de la primavera
Asustados por la suerte de las gardenias doblegadas por una nieve tardía
De lo que nos dijimos, y tú y yo lo sabemos,
cómo quebró los moldes de las viejas palabras y trajo nuevos ritmos
nuevas modulaciones a las voces cansadas
nos queda este recuerdo impreso en lo más hondo
esta nueva mirada
Esta vida engendrada con sutiles palabras
Esta encendida lámpara con la que disipamos
el humo de los nombres
que casi nos ahogaban, esta nueva presencia
Dura y amarga fue nuestra mutua agonía
Gozoso el nacimiento
Porque hubo nacimiento
So1o que no sabemos si seríamos capaces de vivir otra muerte
Los otros
A mi madre
Leonor Monzón
Leonor Monzón, hija de Pérsides y Rafael
y nieta de Joaquina
Pontón, Pinzón, decíante las niñas y se reían
en el colegio de las Escobares
a principios de siglo
"Con zeta se escriben azada vergüenza..."
y eras reconocida en la aritmética
Leonor Monzón
'la mona' te decían por tus cabellos rubios
y tus clarísimos ojos azules
Monzón Cabal prima de Eufemia, y Julia sobrina de Eufrosina
y de Ibrahim y de la tía Agustina
Leonor Monzón
Nacida en Santiago de Cali en la plazuela de San Francisco
en frente del portón de la Capilla de la Inmaculada
bajo la sombra austera de la Torre Mudéjar
en una linda casa de altas ventanas verdes
de zaguán, de visillos en el contraportón
y de patio florido
Grandes señales hubo cuando viniste al mundo
El fin del siglo, el paso del cometa
La lluvia de ceniza de que no habla la historia
A los quince años sobreviviste al tifo exantemático
Leonor alada, fina y angelical
bañada diariamente con aguas
de hierbabuena, albahaca y gualanday
Leonor Monzón, la de los años veinte
con zapatos puntudos importados de Francia
el talle largo y el sombrero hasta el ceño
Casaste con Ricardo, de Balcázar Hermanos
y diste a luz cinco hijos...
Mater amata, mater boni consilii, mater amabilis
Sabías bien tu latín y el trisagio ¡Ángeles y serafines!
para las tempestades de granizo y centellas
Tejías con cuatro agujas, con crochet y punto inglés
Remendabas, bordabas en tambor, al pasado y en bastidor
Hacías mil filigranas, pespuntes y zigzags en tu máquina Singer
e insignias amarillas y rojas para los boy scouts
Leonor Monzón
un ritual tu cocina, sopa de resplandor y sopa de abstinencia
almíbares y hojaldres y el dulce de limón desamargado
Una liturgia el año
Primero con los hijos y luego con los nietos y biznietos
el pesebre y el musgo
Nadie gozaba como tú del brillo de las luces de Navidad
ni nadie ahondaba como tú y sufría
el viernes de la semana de pasión
cuando ibas a la ermita de negro, con tu rosario de oro
a visitar la virgen de los Dolores
Y seguías sin descanso penitente y humilde
semana tras semana, por lentos años largos, en viacrucis devoto,
los treinta y tres pasos de la pasión de Cristo
Leonor Monzón
nacida en la edad media del Cali que se fue
viajabas deslumbrada por la nieve, las flores y el otoño
y sin saber más lenguas que tu español
fuiste amiga de Carol de William, de Vladimir
de Monique y Bernard
Leonor honda y sencilla, transparente y alegre, apacible y serena
cantora eras Leonor, benevolente, atenta, generosa
y en tu alma de sierva del Señor
hizo Dios cosas grandes
y por tu fe creemos, y por la fuerza de tu espíritu
esperamos volver a verte por los siglos de los siglos
Amén
Réplicas
Vislumbra
orden secreto
ficciones milenarias
Anuncia en carteleras
bajo el techo finito del museo
los senderos herméticos
las huellas eclipsadas, los rastros superpuestos
Abre ventanas
que dan sobre ventanas
Columpios en el viento de cielos de artificio
Aristas de palabras
Imágenes de imágenes
Puertas de laberintos
Vestíbulos de espejos
Avanza solo y puro
la lámpara encendida
Traza con mano limpia
caminos a lo abierto
Penetra su mirada
en el misterio
Despliega
sobre los lienzos verdes
figuraciones, máscaras, símbolos de lo otro
copias de copias, emblemas de la nada
ocultamientos del ser
Prosigue serio, invicto
el juego de la infancia
Partenogénesis
Ovalada su cara, ovada de sí misma
encinta de su íntimo ser
Crisálida engendrada en misterioso monte
de perfección
Se pare y ve la luz
Irrumpe
con ojazos brillantes, fieros, tiernos, traviesos
Desciñe simbólica atadura de seda
de lazos invisibles
Adolescente tímida
doncella taciturna o joven cervatilla
se transmuta en mujer
El expreso Moscú - San Petersburgo
En el bar de quinqués y terciopelo rojo
se desliza por el alba obstinada
el tren de media noche
La intensidad fugaz de la mirada condensa en el instante
un tú - y - yo sin fronteras, sin plazo, sin futuro
La pupila se cierra y se difiere para siempre el encuentro
Se prolonga en el tiempo como un virtual abrazo suspendido
Por el miedo larvado a los adioses
Porque evocando a Rilke
“en dondequiera que nos encontremos
siempre estamos en trance de partida”
Pospuesta la elación hasta el momento utópico
de una noche de amor
en la litera estrecha, en la velocidad sedosa
en el vaivén monótono
del Expreso sin fin trans - siberiano
El hijo de Yocasta
Elabora distancias
y silencios de muerte
Se asfixia en el tejido de las horas
En la ansiedad sin pausa del segundo
Va huyendo de sí mismo
del tropismo del beso
del arrobo y el vértigo
de su revelación
en esa voz ajena que lo nombra
La fuga
Raudo en la noche negra, deslizándose ágil
como velero silencioso
Raudo en el auto azul
Deshechas las cadenas de su angustia
Vencidos los temores y las sombras
Al mando de su brío
Huyendo ingenuo, alegre, fugándose
con su carga de amor
y su ilusión a bordo
en pos del vellocino del instante absoluto
Venciendo la amenaza de la muerte
A Alejandro Obregón
Ex–posición
La muchacha ante el cuadro
sumergida en el lienzo, absorta en la presencia
de formas rotas
de fragmentos, escombros y esqueletos de peces
de cuernos y de plumas
Macetas invertidas
Aletas y cuchillos y toros como cóndores
La muchacha ante el óleo
en asombro del trazo que rasga el orden
y engendra otros sentidos
Esplendor y sobrecogimiento de lo desconocido
Pasa de cuadro a cuadro y busca a pasos lentos
las otras dimensiones presentidas
el misterio del otro, su sentido secreto
El lenguaje cifrado que se ofrece en el lienzo
“Rosa púrpura del Cairo”
Aparece el pintor de carne y hueso
Se descuelga del cuadro y anda por el salón desierto
Juega con la postura
al frente, al lado, adentro
del cuadro que ella mira
Contrapunto viviente
figura vertical que se desplaza como una tela más
Observa la mirada que lo mira
y vuelve a desdoblarse sobre el lienzo
Es él mismo y el otro encarnado en el cuadro
Doble entrega de sí en los ojos y el lienzo
Más tarde en un salón, o en una galería
está el pintor ex-puesto
Cóndor o barracuda, o toro o alcatraz
Océanos o cimas
Renovado el asombro de la mirada y el diálogo fugaz
Mucho más tarde aún cerca al taller del mar
Última Factoría, postrer autorretrato
Plumas, piélago, peces, cóndores suspendidos
barracudas estáticas
El mar con sus azules abandonado
Ante las dos miradas que no se cruzan más
vuelve el pintor al cuadro
A Octavio Gamboa
Yo soy tan so1o un río tratando de aclararse
con el ejemplo diáfano del azul de la tarde
Octavio Gamboa
Guardián del agua
El vecino mayor se ha ido
Vecino por cercano, por poeta
Por excavar en la heredad del cerro
y tallar los cristales del poema
Por saber de la música y del viento
y compartir sonatas y cuartetos
Por haber conocido
el alma elemental de cada árbol
y ser guardián del agua
Por austero
Con riquezas de orquídeas y luceros
No debe ser extraña para él
la tierra del misterio
Conocía desde niño sus lenguajes secretos
Era, como decía, el dueño del silencio
Del miedo al amor
Ese viejo dolor llamado ausencia
se vuelca en el poema como un canto
Palabras que conjuran la presencia
y la serenidad, en vez del llanto
Asombrado descubre la dolencia
que da el amor. Y se protege tanto
que su miedo parece indiferencia
y sin saberlo causa ese quebranto
Inútil descifrar en la conciencia
los múltiples ropajes del encanto
Mejor recuperarlo en la inocencia
Mientras dure vivirlo y padecerlo
en su intenso sabor de florescencia
Sin prevenir el duelo de perderlo
Carnegie Hall
Alicia de la Rocha
de la roca, del piano, desgrana notas vibrantes
Hila, fila, derrocha
roca, rueca, recuerdos
Revive en el teclado infancias olvidadas
Evoca, rememora, resucita
Ruedan notas, hilvánanse las risas
Revívense las voces apagadas
Carátulas de discos con Alicia
Albéniz y Granados
y Alicia que los llama, que nos llama
Exhaustos en su piano nos morimos
Bogamos en clarísimos ayeres
Lloramos en silencio
Renacemos
Diálogo de silencio con lo otro
Viento de Cali
Milagro repetido del viento de la tarde
llega súbito, grave
y un primer soplo grande anima el escenario del paisaje
Ritmo verde danzante en las redondas copas
en los tallos
Rumor de cascabeles en las ramas frondosas
del chiminango
Valses en los guaduales y en las palmas
Un solo soplo tibio en el oleaje verde
Un solo movimiento simultáneo
Gambetas con las hojas, ropajes que se arrastran
en movimientos cortos
a veces sostenidos en su aliento
Viento de Cali, tibio
visitante puntual de las tardes soleadas
Te espero en la pereza de la siesta
Conozco la llegada de tus pasos
Me estremece tu abrazo, potente y cálido
Atisbo tus silencios
Me envuelven los repliegues de tu manto
de olor a camia
y me dejo mecer en la ola invisible
de los viejos recuerdos de la infancia
en sueño colorido de cometas
En el tacto de seda
de mil espigas rojas
del pasto de las lomas, doblegadas
al borde adormecido de la noche
El viento del mar
El espíritu del viento soplaba aquí y allá
Se posaba tembloroso en los rizos del agua
en el arpa templada de las hojas de palma
Arqueaba la tesura de los tallos
El viento interpretaba una fuga continua
en el clavicordio de teclados móviles de la espuma
Acordaba su melodía cambiante
el ulular
con el silbido súbito de flautas pasajeras
con la estridencia de pitos y graznidos de la espesura
La fuerza del misterio se encarnaba en el viento
en el ronquido grave del mar
en la voz serena y fría de la noche
Indecisión
Ver en el cielo
los escuadrones de alcatraces
o el rápido fantasma de su sombra
que se desliza muda sobre el agua
Avizorar el horizonte abierto
o describir la huella
el trazo evanescente del pasado
Instante
Como los alcatraces a la hora del crepúsculo
tuvimos el regalo del viento
para planear
en el instante efímero y dorado
Círculo
Vivían dentro del círculo de misterio
En el trazo del vuelo
de los pelícanos
Acechaban su gratuito planear en las alturas
y su bajada súbita y suicida
En las tardes soleadas rompían el orden
jugaban, cabeceando
en la anarquía de su deseo
como cometas sueltas y sin peso
Deslumbre
Luz, desluz, deslumbre
y mar desluminado
opuesto a la luz de la estrella
ausente, negro
como lienzo de planos superpuestos
bajo la línea nítida del horizonte
Bajamar
El mar como el amor también se muere
en el momento de la bajamar
Se va disminuyendo y alejando con un mugido sordo
Pierde su aliento el mar
La espumosa saliva deja un rastro en la arena
Yace sobre la playa su fantasma
Sumisión
Este mar es paciente y sometido
al monótono ritmo
Sabe de acantilados y naufragios
Conoce los abismos
las tormentas
el juego inofensivo de la playa
y esta obediente paz de la resaca
Su tejido de luz
Las agujas del día
tejen sobre el océano
una cota de malla de textura metálica
Marmita efervescente de luz
el mar al mediodía
Profundo pozo de mercurio líquido
Inmenso pez atado
en la red argentada
que aprisiona el cenit
Insomnio
En la angustia implacable de su insomnio
el mar daba vueltas incesantes
sobre su lecho de arena
hasta que la luz del alba vino a calmarlo
Variaciones de luz y mar
Al día le dolía tanto la ausencia del mar
que se volvía fugaz a visitarlo
en forma de celajes y relámpagos
…Palabra que no es concepto, pues es ella la que hace concebir
María Zambrano
El lenguaje del agua
Sabiduría del agua cristalina sin cuerpo propio
Revela en el deshielo
las hojas persistentes del otoño
Sabiduría del agua sometida
en la fuente de piedra milenaria
Oscila en el vacío apegada al contorno
Se desprende ligera
después de la caricia prolongada
Sabiduría del agua cristalina
espejo de lo otro
Arrastra la memoria de las formas
eternas y fugaces
en fondo de lenguaje indescifrado
Monótonas las sílabas
vuelven sobre sí mismas
Igual aquí y allá se vaporiza
y salpica en el viento
Igual navega
en barcos de cristal en su caída
veloces en su fuga hacia lo informe
Semilla de ceiba
Prodigiosa semilla en las alas del viento
Pupila diminuta en el azul del día
Óvulo negro del empinado parto de las ceibas
Vuela sin rumbo fijo
en la liviana lana tejida en las alturas
Giros en las ruletas del viento de la tarde
Torbellinos, remansos
Cándido juego
en múltiples columpios suspendido
Besa la tierra y huye
Carga su propia muerte
y el azar absoluto la convierte en placenta
o en simple grano inane
Semilla de ceiba ii
El cuerpo macerado
enjuto
Arrugada la piel
Guardado su secreto en la frágil corteza
Parece carcomida, descompuesta
Se muere, se deshace, se transmuta
y como de milagro
irrumpe de la tierra enarbolada
en un grano nutricio transitorio
Placenta inesperada de un nuevo ser
tras el lento proceso de su muerte
En el Paseo Bolívar de Cali
La ceiba centenaria del Paseo
parece que se muere
desnuda, sin follaje
en la ceñuda paz de su madera
En silencio elabora la alquimia de su savia
flores en miniatura incongruentes
con su cuerpo gigante
y su vetusta entraña
Trans-figura su ser, se re-genera
Despojada prepara
su abrazo de frescura
y el manto de su sombra
Primavera
Esas flores de nieve, blancas y estáticas
selladas y enigmáticas
ardieron en el fuego
Se incendiaron
Pétalos de raso
Pelusilla de pétalo carnudo de gloxínea
o liso y sin peso
como magnolia de primavera, como rosa
O ancho y hondo y cóncavo y oloroso
como tulipán de trópico
Pétalos y pistilos húmedos
y estambres como antenas
como radares sensibles
que captan vibraciones escondidas
Pestañas temblorosas, retinas rápidas, implacables, vibrantes
Iris como luceros titilantes y tímidos
Miradas irreverentes e irreflexivas
Esas flores de nieve
blancas, estáticas, selladas, enigmáticas
fueron magnolias, rosas, gloxíneas, tulipanes
con cálices y pétalos y pistilos y estambres
y carne y terciopelo y humedades y mieles
rutilantes, cambiantes, abiertas, transparentes
A un árbol del Putumayo
Hoy tenías forma de árbol
y yo me puse a orar
bajo la fresca paz de tu cono de sombra
absorta entre tus flores escondidas
de doble faz nimbadas de amarillo
Del tronco añejo y seco
clavados los botones como glandes
macetas suspendidas con estrellas
Banderillas floridas desgarraban tu tallo
Piñata abigarrada de colores brillantes
Hoy tenías forma de árbol
me detuve asombrada
bajo la intimidad de tu techo sagrado
Y me diste el milagro
de tus mieles secretas
de tu aroma encantado
de tu savia de vida
Contenido
Palabras y silencios
Lo que importa no es el verso
Los múltiples monólogos
Rasgar con el poema
Urdimbre de palabras
La paloma ciega del sentido
Logos
Antes de la palabra
Lo inútil
Diálogos con el Otro
Encuentro
Abismo
Aguamar
Trino
Persona
La máquina mítica
Tu reino
Caminos
Manhattan
La guerra en primavera
Torre y máscara
Cuba
Monserrate
La luz y el tiempo recurrentes
Ascenso
En el Círculo Ártico
Las noches blancas de San Petersburgo
El tiempo del pasaje
Ítaca
Evasión
Definitiva entrega
Yelmo de luz
El viaje de los magos
Los otros
Leonor Monzón
Réplicas
Partogénesis
El expreso Moscú – San Petersburgo
El hijo de Yocasta
La fuga
Ex-posición
Guardián del agua
Del miedo al amor
Carnegie Hall
Diálogo de silencio con lo otro
Viento de Cali
El viento del mar
Indecisión
Instante
Círculo
Deslumbre
Bajamar
Sumisión
Su tejido de luz
Insomnio
Variaciones de luz y mar
El lenguaje del agua
Semilla de ceiba
Semilla de ceiba ii
En el Paseo Bolívar de Cali
Primavera
A un árbol del Putumayo